lunes, 22 de abril de 2013

Marcianita


No me gustan tus ojos, me llenas de fantasías los sueños y despierto aún más cansado de cómo me acosté.
Mariana marciana que no me habla, que me ignora poniéndome cuidado. Nena loca, gata perezosa. Ronronea gatica, límpiate los bigotes llenos de leche.
Mariana deja de mirarme con esos zafiros, no me desabroches el alma que hace frío y tengo principios de catarro.
Mira Marciana, que bonito se ve el sol desde tu ventana, como brilla sobre tu piel blanca, como refleja lo que queda de luz en tu pupila.
Marianita marcianita, dejá de mirarme con esos ojos zafiros pálidos como nublosos, deja que te quite la neblina con un beso Marianita. Pero déjate que por más perro que sea no muerdo.
Mirá Marianita, deja de moverte así que me canso, Marcianita marianita te digo que dejes esa mirada. Mejor venís y te pongo al sol que se te está enfriando la piel, tranquila gata que si estas tan cansada yo te llevo.
Ay! Marcianita, vos tan consentida siempre, tenes que tenerte sola que voy por un café. Tranquila gata que yo te pongo un cojín y así no te resbalas.
Marianita marcianita, dejá de mirarme con esos ojos zafiros lechosos, tranquila yo te los limpio, se te empañaron porque querés llorar y no podés.
Marianita marcianita, te pongo otra manta que cada vez estas más fría.
Mariana no te preocupes que las marcas del cuello se borran, solo es cuestión de dos o tres días igual que tus rasguños de gata en mi espalda, en los brazos y un poco en la cara.
Gatita seguime mirando con esos zafiros casi plateados y algo opacos pero por fin míos nena, gata, marciana, solo míos, por lo menos hasta que te caliente el sol o se te quiten las marcas. 

lunes, 1 de abril de 2013

Un momento cariño


Venga cariño, deja que te diga un par de cosas.

Primero: es usted la reencarnación de mis más profundas pesadillas, de los sueños que deje enterrados hace algún tiempo en arenas de una playa cuyo nombre realmente no me interesa recordar.

Segundo: me quedo con los instantes que me de su boca y que me dejen sus ojos. Me quedo con una cicatriz de sus manos, con su sonrisa en la fogata, con una imagen entre piedras.

Tercero: le dejo que se lleve lo que le plazca, solo prométame que cuando se aburra me lo devuelve y yo le quito ese peso de los hombros para que pueda subir tranquilo la colina.

De resto cariño, deja que me enrede las manos en tu pelo, que me pierda en los distantes murmullos de tu respiración, que sea tan cliché como se me dé la gana. Que le dedique canciones de Sabina, que intente descifrar su clave de sol, que me aparezca en la puerta de su casa con una maleta no muy cargada y Cariño que viajemos juntos hasta la orilla donde me ahogas. Hasta el final de las notas, que montemos en un aeroplano y nos vayamos al sur o si tus preferencias políticas nos dejan, viajemos a la derecha. Cojamos el primer bus que salga de madrugada y empecemos a contar historias de jardines rojos, de sueños enterrados, de piratas en retiro. Seamos alas del mismo peregrino y si estamos de suerte podamos volver a ese sitio entre piedras, a los amores que cambian destinos, que reabren heridas.

Venga Cariño lo invito a descongelar el corazón