No me gustan tus ojos, me llenas de
fantasías los sueños y despierto aún más cansado de cómo me acosté.
Mariana marciana que no me habla,
que me ignora poniéndome cuidado. Nena loca, gata perezosa. Ronronea gatica, límpiate
los bigotes llenos de leche.
Mariana deja de mirarme con esos
zafiros, no me desabroches el alma que hace frío y tengo principios de catarro.
Mira Marciana, que bonito se ve el
sol desde tu ventana, como brilla sobre tu piel blanca, como refleja lo que
queda de luz en tu pupila.
Marianita marcianita, dejá de
mirarme con esos ojos zafiros pálidos como nublosos, deja que te quite la
neblina con un beso Marianita. Pero déjate que por más perro que sea no muerdo.
Mirá Marianita, deja de moverte así
que me canso, Marcianita marianita te digo que dejes esa mirada. Mejor venís y
te pongo al sol que se te está enfriando la piel, tranquila gata que si estas
tan cansada yo te llevo.
Ay! Marcianita, vos tan consentida siempre,
tenes que tenerte sola que voy por un café. Tranquila gata que yo te pongo un
cojín y así no te resbalas.
Marianita marcianita, dejá de
mirarme con esos ojos zafiros lechosos, tranquila yo te los limpio, se te
empañaron porque querés llorar y no podés.
Marianita marcianita, te pongo otra
manta que cada vez estas más fría.
Mariana no te preocupes que las
marcas del cuello se borran, solo es cuestión de dos o tres días igual que tus
rasguños de gata en mi espalda, en los brazos y un poco en la cara.
Gatita seguime mirando con esos
zafiros casi plateados y algo opacos pero por fin míos nena, gata, marciana,
solo míos, por lo menos hasta que te caliente el sol o se te quiten las marcas.